¡La vida no te debe nada!
Hace unos días, la vida nos arrebató a una preciosa niña de sólo 10 años. La única hija de un amigo, pero como si fuera mi hija. Hace 21 años, un día como hoy, 25 de mayo, perdí a mi hermana mayor en circunstancias sospechosas. He llorado, me he dado el derecho de enfadarme, no he tenido miedo de hacer preguntas difíciles como: ¿por qué ella? ¿Y por qué yo, y por qué tan joven? ¿Y la justicia? ¿Y el karma? ¿Y que era una buena persona? Sólo se dedicaba a ayudar a los enfermos, a cantar con esa voz angelical que tenía, a compartir con los demás su alegría y su risa. ¿Por qué ella? ¿Por qué, por qué, por qué? No sé con quién enfadarme, no sé de quién esperar respuestas. Lo único que me llega es el silencio. Y un rotundo... ¡La vida no te debe nada! Entonces, ¿cómo voy a tomar esta vida? Entonces comprendí la letanía de la vida: La vida es un don gratuito, tómala o déjala. La vida es como una semilla, depende de la tierra y de las circunstancias que la rodean para florecer o marchitarse